lunes, febrero 06, 2006

Siempre a la misma hora la gota se escucha: un sonido leve y trémulo que sólo la memoria es capaz de retener y explicar. Una insinuación rítmica que me obliga a prender la estufa, sentir frío, arrullarme a la almohada y consolar mis pómulos con las pestañas. Pero esto recién comienza, pronto vendrá el sueño: la vejiga comienza a llenarse y la orina, cual metal encendido descenderá a borbotones por los jitios. Una erección nocturna indicará que algo sucede en las penumbras.

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